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Lee Hebreos 3:12 al 19. ¿Por qué Israel no pudo entrar en el descanso prometido?
Josué y Caleb coincidieron en que la tierra era buena y no discutieron el hecho de que la gente allí era fuerte; y las ciudades, fortificadas. Pero dijeron que Dios estaba con ellos y que los llevaría a la tierra (Núm. 14:7-9). Sin embargo, el pueblo que vio a Dios destruir Egipto con plagas (Éxo. 7-12), aniquilar al ejército de Faraón en el Mar Rojo (Éxo. 14), proveer pan del cielo (Éxo. 16) y agua de la roca (Éxo. 17), además de manifestar su presencia continua y su dirección mediante la nube (Éxo. 40:36-38), ahora no confió en él. Es una trágica ironía que la generación que vio demostraciones tan poderosas del poder de Dios se convirtiera en un símbolo de la infidelidad (Neh. 9:15-17; Sal. 106:24-26; 1 Cor. 10:5-10).
Dios promete dones a sus hijos que están más allá del alcance humano. Por eso se basan en la gracia y son accesibles solo mediante la fe. Hebreos 4:2 explica que la promesa que Israel recibió “no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios” (Heb. 4:2, NTV).
Israel viajó a las fronteras de la Tierra Prometida como pueblo. Cuando el pueblo se enfrentó a informes contradictorios, se identificó con los que carecían de fe. La fe –o la falta de ella– es contagiosa. Por eso, Hebreos exhorta a sus lectores: “exhortaos los unos a los otros” (Heb. 3:13), “para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:24), “no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios” (Heb. 12:15).
Hoy, seguimos viajando a la Tierra Prometida como pueblo, y tenemos una responsabilidad con quienes viajan con nosotros.
■ ¿De qué manera puedes ayudar a edificar la fe de tus hermanos? ¿Cómo puedes cerciorarte de no decir ni hacer nada que pueda debilitar la fe de otra persona?
fuente ADVENTISTAS AL 100%