Lección 8 | Lunes 14 de febrero
NUEVO Y RENOVADO
Compara Hebreos 8:10 al 12 con Deuteronomio 6:4 al 6; 30:11 al 14; y Jere- mías 31:31 al 34. ¿Qué nos enseña esto sobre la naturaleza del Nuevo Pacto?
La promesa del Nuevo Pacto en Hebreos se basa en Jeremías. De hecho, según Jeremías, la promesa anuncia la
renovación del pacto que Dios había hecho
en principio con Israel mediante Moisés (Jer. 31:31-34). Por ende, se podría argumentar que Jeremías 31 no hablaba
estrictamente de un “nuevo” pacto,
sino de una “renovación” del pacto original
con Israel. Por cierto, la palabra hebrea
para “nuevo”, jadash, podría abrazar los sentidos de “nuevo” y de “renovado”.
El problema con el Antiguo Pacto era que el pueblo lo infringió (Heb. 8:8, 9). El Pacto no era defectuoso, sino el pueblo.
Si Israel hubiera
visto a través de los símbolos la venida del Mesías y hubiera puesto
su fe en él, el Pacto no se habría
quebrantado. Sin embargo, a decir verdad, hubo muchos creyentes a lo largo de la historia israelita en quienes se cumplieron los propósitos del Pacto y que tenían la Ley en el corazón (Sal. 37:31; 40:8; 119:11; Isa. 51:7).
Si bien el Nuevo Pacto es una renovación del Antiguo Pacto, en cierto sentido
es –en realidad– nuevo. La promesa de Jeremías de un “nuevo
pacto” no se limi- taba a imaginar
una renovación de las condiciones que existían antes
del Exilio, que se habían
quebrantado y renovado varias veces porque
la nación había
caído varias veces
en apostasía. Y eso se debe a que el pueblo simplemente no estaba dispuesto a cumplir con su parte del pacto con Dios (Jer. 13:23).
Por lo tanto, Dios prometió hacer “una cosa nueva” (Jer. 31:22). El Pacto no sería como el pacto que Dios había hecho “con sus padres” (Jer.
31:32). Debido a la infidelidad del pueblo, las
promesas que Dios hizo bajo el pacto mosaico
nunca se cumplieron. Ahora, en virtud de la garantía dada
por el Hijo
(Heb. 7:22), Dios cumpliría los propósitos de su Pacto.
Dios no cambió
su Ley ni rebajó sus normas; sino que envió a su Hijo como garantía de las promesas
del Pacto (Heb.
7:22; 6:18-20). Por eso, este pacto no tiene maldiciones. Solo tiene bendiciones porque Jesús lo cumplió a la perfección.
Lee 2 Timoteo 2:13. ¿Qué podemos aprender
de la fidelidad de Dios con su pueblo y sus planes al considerar
nuestras relaciones con los demás y nuestros planes?